martes, 24 de abril de 2012

Partido Humanista



En Chile son millones las personas que vibran, se divierten y desahogan con el fútbol, el deporte más popular del mundo, el cual entrega un sinfín de emociones para quienes gozan con su ejercicio.

Este juego -que tiene gente corriendo detrás de un balón- mueve masas y las multitudes se rinden a sus pies. Para una parte de la población es algo muchas veces inexplicable, tan inconcebible como el comportamiento de algunas personas.

Los humanistas estamos a favor del Plan Estadio Seguro que busca acabar con la violencia en los recintos deportivos de nuestro país, y que el fútbol se vuelva efectivamente a vivir en familia, sin embargo, la iniciativa del gobierno hace perder la esencia de este deporte; alentar aunque vaya perdiendo el equipo de nuestros amores, el que, muchas veces, pasa a ser parte de la vida de una persona.




Queremos un fútbol con respeto y sin violencia, pero también sin represión, una situación en la que el plan gubernamental cae al prohibir elementos que dan vida al espectáculo. Un defecto que, además, profundiza al designar a Cristián Barra como encargado del proyecto, pues comenzó su rol tildando a todos los hinchas de delincuentes, generalizando y discriminando a priori, sobre todo cuando él también tiene problemas con la justicia (ha sido acusado de giro doloso de cheques y hurto).

Todos queremos que haya tranquilidad dentro del estadio, pretendemos un buen comportamiento de los asistentes, de la fuerza policial e incluso de los jugadores. Estamos de acuerdo con medidas de control que entreguen mayor seguridad, pero disentimos con la prohibición de componentes fundamentales para apoyar y armar una fiesta que debería ser de todos.

Lamentable fue lo ocurrido, en ese sentido, con la querida bandita de Magallanes. El plan Estadio Seguro los privó de entrar a un encuentro deportivo, aún conociendo su historia y excelente conducta a lo largo de sus años alentando al “manojito de claveles”. ¿Cuál es el criterio de las autoridades para impedir a estos hinchas y sus bombos, banderas o simplemente el papel picado, de ingresar a un estadio? ¿Acaso estos elementos generan violencia?  Para nosotros esto es a la inversa. Genera alegrías, optimismo, levanta el ánimo y demuestra amor incondicional por el juego.

La intención es buena y compartida por todos los que queremos al fútbol, pero las medidas drásticas y pobres argumentos del gobierno se ven reflejados en una de las disposiciones que decidieron adoptar; que la gente ni siquiera se pudiera parar de sus asientos para celebrar un gol.

Las barras están en todo el continente y en diversas partes del mundo, siendo muchos los países que toman medidas lógicas y favorables para erradicar la violencia en el espectáculo, no obstante, acá parece que las cosas siguen implementándose a lo “chilean way”, donde en vez de avanzar por terminar con las razones de fondo del odio y el fanatismo desmedido, se busca reprimir, ahogar al fútbol y, de paso, matar nuestras emociones y el folclore asociado al deporte más popular que haya inventado el hombre.


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